Crisis
política, movimientos telúricos recurrentes, huracanes atípicos, incertidumbre
macroeconómica por lo que resulte del tratado del TLCAN, narcotráfico,
idolatría múltiple, violencia y corrupción… No cabe duda que a nuestra nación
le ‘llueve sobre mojado’.
Y el colmo
es que la Iglesia nacional en vez de ser protagonista con su revestimiento
sobrenatural y autoridad divina delegada, se repliega entre miedos, indolencia
social y una atroz avalancha ridícula de ‘profetitis’ que pretende eso sí,
fuera de todo contexto bíblico, explicar lo que sucede. Si estás involucrado en
algo semejante, pastor, líder o como te asignes ¡qué lejos estás de la
realidad!
Necesitamos
analizar con ecuanimidad este panorama en todos sus frentes y separarlos con el
fin de implementar soluciones objetivas:
Primeramente
debemos asumir que el juicio de Dios se ha manifestado, nuestro país ha
ofendido al Señor durante décadas en una iniquidad beligerante y ascendente y
la iglesia ha condescendido con ello, por lo tanto “la ira de Dios se revela
desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen
con injusticia la verdad” (Ro 1:18). Ante tiempos de retribución sólo nos queda
apelar a lo único que puede detenerlo, Su Misericordia. Dn 9:3-19 expresa la
fórmula de cómo interceder.
El segundo
aspecto a comprender cabalmente es que un avivamiento no llega sin quebranto y
espíritu de oración. Se supone que desde hace años el clamor por dicha
manifestación ha sido persistente y el primer síntoma para su advenimiento es
la sensibilización espiritual de los individuos ¡es justo lo que está
ocurriendo! El nacimiento de la sociedad civil en nuestra tierra es señal de un
despertar de la conciencia que debemos aprovechar para injertar las buenas nuevas.
Salgamos de
nuestros ‘cubitos’ mentales e impactemos con nuestro mensaje de salvación y
poder que hay esperanza para establecer un nuevo estatus de patria.
Y tercero:
sí, por qué no aseverar que constituimos presencialmente los últimos tiempos.
Es deplorable sino es que ofensivo e indignante los mensajes que circulan por
la red a este respecto.
Si queremos respuestas reales en este momento histórico abstengámonos de especular, te exhorto a que leas detalladamente el capítulo 21 del Evangelio de Lucas:
A. Deja de escuchar sandeces (v. 8). Porque no faltará como ahora un pseudoungido que tome textos sin contexto dejándose a sí mismo y a la Biblia en ridículo. Seamos sabios.
B. Los desastres específicamente seguirán (vv. 9-11). Así es, el mundo aún no ha llegado a su fin, debe pasar un proceso para estar en condiciones de recepción de la Gloria venidera (Ap 21:1).
C. Los cataclismos celestes y marítimos se incrementarán (v. 25). Testimonios personales y en video son evidencia que elimina cualquier clase de escepticismo.
D. El terror será inevitable (v. 26).
E. Significa que pronto llegará nuestra redención (vv. 27-28).
F. Observa todo el tiempo la nación de Israel (vv. 29-33).
Si discernimos en conjunto lo anterior, entonces tenemos la enorme responsabilidad de instruir al pueblo para afrontar tal escenario bajo dos premisas:
1. Cuida tu corazón y jamás te distraigas del Señor (vv. 34-35).
2. Vive de tal manera que “seas tenido
por digno de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante
del Hijo del Hombre” (v. 36).
La Humanidad
requiere de ti como atalaya santo que le conduzcas a aprobar la transición
hacia la Eternidad venidera ¿Te apuntas?
Hugo León
Pastor y
escritor
hugo.leon.nec@gmail.com
Autor: Hugo León
Fecha: 16-04-2018