“Porque dice: ‘En tiempo
aceptable te he oído y en día de salvación te he socorrido’. He aquí ahora el
tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Co 6:2 RV60).
Escúchenlo todos, el Eterno agotará hasta la última requisición
celestial para poner tierra firme bajo nuestros pasos con tal de acabar la
carrera, por tanto es vital aprovechar
su oferta diaria de tomar Su mano (la clave) y concluirla, veamos…
La Oportunidad se conforma de tres factores entrelazados: (1) Necesidad,
deseo o conveniencia, (2) Momento y, (3) Circunstancias, contexto idóneo. La Soberanía
Divina no es un factor, es el motor, la bujía, y opera sobre dos principios:
1.
Su Misericordia (Lam 3:22-23).
Está representada en la dote íntegra y total en
amor sincero y sin ningún reproche de los recursos solicitados para hoy que
desperdiciamos ayer. Siempre precisaremos de unción, santidad, paciencia,
perdón, inteligencia, así como de prórroga de gracia y favor en contingencias, asuntos
importantes y urgencias.
También se proyecta en la cobertura y permisividad de Su soberanía ante elementos
incontrolables a nuestra voluntad: tráfico, accidentes, desastres naturales,
etc.
2.
La Vida (Is 55:6-9).
Los recursos y los factores aliados se
concretan a partir de gestionarlos en la vigencia que poseen (Ecl 3:1-8), y es
que en Cristo las oportunidades se pierden o se concretan según las
construyamos en tiempo y forma. No es lo mismo querer un hijo en edad no
reproductiva que volver longevo a la universidad cuyo sacrificio e inversión
serán mucho mayores. La existencia es la medida, pero cada bendición
tiene su propia caducidad.
Se requiere madurez para comprender y aceptar sobriamente
esta verdad. Algunos regalos divinos jamás se concretaron ni volverán por
nuestra ignorancia, insensatez o liviandad, pero otros aún están sonando en tu
alma por parte del Espíritu Santo, tómalos.
La Oportunidad con base en el versículo inicial tiene tres objetivos:
I.
Salvación.
El primer interés de nuestro Señor es que no
nos sorprenda la muerte en pecado. El ‘tiempo
aceptable’ es una condición de arrepentimiento, y Él auxilia para reponer
nuestro espíritu.
II.
Redención.
El compromiso inmediato a la conversión es
reparar el daño del pasado en quienes afectamos con nuestro viejo yo, eso es ‘restaurar la tierra’. Él reconstruye lo interior, pero tú redimes
lo exterior. Así es, no será nada fácil, es importante que estés espiritualmente
sano y mentalmente preparado para afrontar este hecho. Pídele al Espíritu Santo
fortaleza.
III.
Propósito.
Es someterse al Plan, ya lo sabes. ‘Heredar asoladas heredades’ significa aplicarse
en aquello que el Altísimo hizo trabajar a otros para preparar tu terreno. No
vayas a morir sin cumplirlo, sería una verdadera tragedia.
Finalmente, el Padre te conoce perfectamente, te dará las mejores
opciones y te dirigirá a la mejor solución. Abre muy bien tus ojos ¡No dejes para mañana lo que en Cristo debes
hacer hoy!
Hugo León
Pastor y escritor
hugo.leon.nec@gmail.com
Autor: Hugo León
Fecha: 12-04-2018