Crecí en un hogar donde el núcleo familiar estaba completo: papá, mamá y nosotros los cinco hermanos. A través del amor a mi padre y de la admiración que siempre le tuve por su perseverancia, aprendí a respetar y a valorar al hombre. Han transcurrido muchos años y he visto como la imagen del hombre ha ido degradándose. Poco a poco esa imagen se ha ido alejando del propósito de Dios para su vida ya sea porque nunca lo han conocido o porque no están perseverando en su compromiso con Él.
Hoy te quiero hablar a ti hombre de lo que significa perseverar y lo que implica estar sumergido en su significado. Perseverar implica mantenerte constante en algo, mantenerte fiel en el cumplimiento de tu deber. Es permanecer constante hasta el final de una carrera hasta lograr el cumplimiento de una responsabilidad o una convicción. Lo contrario a perseverar es ser cambiante, inconstante.
Estamos viviendo en una época contraria a lo que significa perseverar. El ser humano ha ido desvirtuando las autoridades y las instituciones que dictaban los principios a seguir. Ya la verdad absoluta para muchos no existe y lo que se fomenta no es perseverar hasta el fin en el camino hacia Cristo ni en el matrimonio ni en lo que es productivo para que el hombre se desarrolle espiritualmente y emocionalmente saludable. Lo que ha ganado importancia es el Yo, por esta razón, perseverar ha caído en desuso. Ahora lo más importante es si te gusta, Hazlo; si te proporciona placer, Hazlo; si te hace feliz, Hazlo; porque lo importante no es lo que agrada a Dios sino lo que agrada al Yo.
Lo que está de moda es retar la autoridad, los valores, las marcas establecidas. De ahí que los deportes extremos han proliferado y todo con el fin de romper la marca para establecer un nuevo récord y enaltecer el Yo. Como dice la Biblia en Jueces 17.6 cuando describe la condición del pueblo: “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que a sus ojos le parecía bien”. Cuando cada quien hace lo que le parece bien, la vida se convierte en un caos y ese caos dirige a cada individuo a la destrucción.
Hombres es necesario que aunque vivas en este mundo no te dejes llevar por la filosofía de este mundo. Permítele a Dios marcar tu corazón con su Palabra y decide perseverar hasta el final obedeciéndola. Es la Palabra la que te dictará los principios a seguir, la que te mantendrá fiel a Dios, a ti mismo y a tu familia.
El verdadero hombre ama a Dios sobre todas las cosas, es firme, confiable, fiel, y constante en todo lo que hace. La Palabra de Dios nos exhorta y te exhorta a ti hombre, a que no te dejes engañar por lo que el mundo ofrece, porque solo de Dios procede el regalo de todo lo bueno y lo perfecto para nosotros: regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos. Él nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento. Él, por su propia voluntad, nos hizo nacer de nuevo por medio de la palabra de verdad que nos dio y, de toda la creación, nosotros llegamos a ser su valiosa posesión. (Santiago 1.16-18)
El hombre que recibe ese regalo de Dios, le ofrecerá a su familia amor y lealtad. Además, con su ejemplo, le enseñará a perseverar hasta el final de sus días porque el hombre que vive conforme a los principios divinos rechazará toda inestabilidad y vivirá perseverando siempre en lo que es bueno para él y su familia.
Norma Pantojas
Consejera de Familia
Autora de Los 30 horrores que cometen las mujeres
normapantojas.com